“¿Por qué la gente querría colocar su pene en algo estrecho y viscoso? ¡Puaj!”, pensó Vladislav en 1996, cuando tenía 19 años y estaba sirviendo en el ejército. Ahora, que es un hombre de 41 años, todavía lucha por aceptar su antisexualidad, una filosofía que concibe el sexo como una actividad indigna e inútil.
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