Quizás la situación pueda resultar familiar a más de uno y más de dos: sucede durante el ocaso de una cena de seis comensales en una coqueta terraza del distrito madrileño de Chamberí, que bien podría estar terminando en cualquier otra terraza de España. “¿Os apetece un postrecito?”, pregunta una joven echando una mirada golosa a la carta que un avispado camarero ha vuelto a dejar sobre la mesa. “Yo estoy llena, pero pedid vosotros”, responde otra.
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