Desde fuera, Adam Britton parecía un defensor apasionado –más bien tranquilo y aplicado- de los animales. A lo largo de varias décadas, este hombre de 53 años construyó una reputación pintoresca como uno de los principales expertos en cocodrilos del mundo. Nadó con los máximos depredadores en la naturaleza, prestó a su mascota, el cocodrilo Smaug, para la filmación de innumerables películas y documentales e incluso recibió a David Attenborough en su casa de Darwin (Australia); todo ello mientras predicaba la necesidad de un mayor respeto.
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