A pocos días de ser juzgado y, con toda seguridad, condenado a prisión, el Rey emérito, Juan Carlos I, ha aprovechado el período estival para escapar del Reino. “Pensábamos que descansaba y, cuando nos hemos dado cuenta, en sus aposentos no había más que un puñado de almohadas”, explica un alto miembro de la Guardia Real, el cuerpo encargado de la vigilancia del antiguo Jefe de Estado.