El monstruo, como concepto cinematográfico, lo tiene todo. Un engendro bien construído impacta, sorprende, ofrece juego en lo creativo y visual y sobre él, la innovación no es fundamental. Su relato primordial, desde un punto de vista narrativo, puede mantenerse más o menos incólume y con adornarlo con conceptos aquí y allá se estimula el conjunto. Un monstruo, correctamente entendido, es una apuesta segura.
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