Allá por 1970, la DEA estadounidense comenzó a fabricar parches con particulares imágenes para que los agentes que luchaban contra las drogas (y que, por circunstancias, no se conocían entre ellos) pudieran distinguirse en operaciones delicadas. El cannabis, como era de esperar, sale mal parado en esos parches, aunque los coleccionistas de hoy en día continúan comprándolos como una forma de no olvidar el pasado y progresar.
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