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La situación del mercado del plátano en Canarias demuestra que, contrariamente a lo que postulan los liberales, el mercado no se regula de manera eficiente por sí solo. Si el mercado realmente se autorregulase, no estaríamos viendo la destrucción de productos que, en lugar de ser vendidos, deben ser literalmente eliminados para evitar una caída catastrófica de los precios.