Cuando a Mariano Rajoy las cosas le vienen mal dadas, véase el caso Gürtel, suelta a algunos de sus palmeros como maniobra de distracción. Lo malo es que en el ardor del encargo, esos elementos hacen daño. Es el caso del ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, quien, en su caterva de exabruptos, ha arrojado alguno de mucha gravedad.
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