'El videoclub de Kim', recién estrenado en Filmin, recorre la peripecia de un tesoro hecho de amor por el cine y cierto espíritu pirata que atravesó el Atlántico y terminó envuelto en un turbia trama local.

Uno de los últimos vestigios de una época anterior, pero no tan lejana, a punto de ser consumido por el fuego. La noticia de un incendio intencionado en una calle de Alicante ocurrido en la madrugada del lunes

“Las librerías son el último eslabón de un engranaje que empieza por el creador y termina por el lector; pasando por la edición, la ilustración, la impresión, la distribución, la difusión ... Que no sigan el triste camino de los videoclubs y de las tiendas de vinilos; que no cierren más librerías”. Así se expresa la lectora Eva Romero Sanfeliu en su escrito Librerías abiertas, que ha dado pie a El Debate de los Lectores de La Vanguardia sobre el futuro que le espera a la librerías, sobre todo, a raíz de la crisis de la Covid-19.

El madrileño Ficciones y el barcelonés VideoInstan, imperios de la cinefilia en cruzada contra el algoritmo, representan la situación actual de los videoclubs en España.

Este fin de semana todo el mundo hará cola para ver la nueva película de superhéroes Captain Marvel. Los espectadores más jóvenes verán el Blockbuster que sale en la película y no tendrán ni idea de qué tipo de negocio es. Al mismo tiempo, los trabajadores del último Blockbuster de Australia cerrarán su tienda para siempre, dejando solo un último establecimiento de la mítica franquicia sobre la faz de la Tierra. El rey de la industria del alquiler de vídeos llegó a tener 9.000 establecimientos.

El primer videoclub de la historia data de finales 1977. La idea surgió de un humilde californiano afincado en Estados Unidos, llamado George Atkinson.

¿Por qué están de moda los juegos de mesa? ¿Y los discos de vinilo? ¿Por qué Amazon abre librerías? Lo analógico está resurgiendo con fuerza. La duda es si se trata de mera nostalgia y una moda pasajera o si han vuelto para quedarse porque en el mundo digital necesitamos más que nunca lo tangible.

Como estamos en una secuela, la fórmula es exactamente la misma, y sólo en la cuarta o quinta entrega la cambiaremos: algún tesorito olvidado para huir del tópico, algún bodrio para no tomarnos en serio y también un par de éxitos incontestables para s

La Audiencia Provincial de Asturias ha obligado a la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) a devolver una cantidad que rondará los 20 millones de euros por haber cobrado de forma ilegal a los videoclubs en concepto de derechos de autor, lo que supone un fuerte varapalo a los intereses de la entidad. Nuevos problemas para la SGAE. La entidad que ahora preside Antón Reixa ha sido condenada al pago de un dinero cobrado de forma ilegal a varios establecimientos de alquiler de películas en Asturias. Relacionada con goo.gl/K1Um5

Un artículo sobre una consecuencia de la libre descarga: la desaparición de los videoclubs, y una forma de ver cine.

Filmin es la plataforma más completa, Youzee destaca por su sencillez de uso, mientras que Voddler es apropiada para ver cine sin conexión y Wuaki.tv para televisores conectados

El alquiler de películas ha incrementado en algunos de los videoclubs de Madrid gracias al cierre de portales webs que albergaban material cinematográfico gratuito en la red, como es el caso de Megaupload.

Es posible que esta cadena de videoclubs este a punto de reinventar su negocio de la mano de uno de los canales que consiguió llevarla a la quiebra, el 'streaming'.

Nuevo revés para la SGAE. Después de que la Audiencia Nacional echara por tierra el canon digital, un juez ha declarado ahora nulas todas las tarifas aplicadas por la entidad que gestiona los derechos de autor a los videoclubs desde el año 2005.

La asociación (de empresas de videoclubs) ya tiene su proyecto, que hubiese tenido su prólogo si el año pasado el Ministerio de Industria les hubiera dado el dinero que necesitaban para ponerlo en pie. Pero al final, no recibió ni un euro. “Este año –nos dice su presidente– le hemos planteado al Ministerio de Cultura dos cosas: una ayuda inmediata para mejorar al sector físico y otra para, en el 2012, levantar una plataforma “online” que, a su vez, compagine la tienda de barrio (el videoclub) con la última tecnología”. Esperan su respuesta.

Carlos Benito me entrevistó para El Correo acerca de los modelos freemium, de la obsesión absurda del “todo gratis” que propugnan los analfabetos digitales, y de las variaciones en el modelo de suscripción de Spotify, y hoy lo ha publicado bajo el título “Pagar o no pagar“...

En los últimos cinco años han cerrado entre 6.000 y 8.000 empresas de alquiler de vídeo. Dar la batalla significa convencer a millones de consumidores de que opten por un producto de pago en lugar de uno gratuito, aunque este último sea de peor calidad. Y los videoclubs virtuales que lo intentaron no han conseguido gran cosa.

En España, sólo Filmin y Filmotech ofrecen contenido oficial destacable. Aun así, la oferta es escasa y no demasiado competitiva. En EE UU, Netflix está demostrando que el negocio online es viable. ¿Cuánto estarías dispuesto a pagar al mes a un videoclub online con un catálogo interesante de películas?

En la era de internet, de la televisión a la carta y del cine en tres dimensiones, el videoclub es un negocio en recesión. En Asturias solo quedan 120 y no están dispuestos a que la tarifa impuesta por la Sociedad General de Autores de España (SGAE) les ponga las cosas más difíciles. El juzgado de lo Mercantil número 1 de Oviedo albergó ayer la vista oral por el litigio que los videoclubs asturianos mantienen con Autores. Los locales abonan cerca de 1.500 € y los productores también pagan

¿Van a empezar las librerías a vislumbrar un futuro similar al de las tiendas de discos y los videoclubs, un proceso de extinción vertiginoso conforme sus clientes van adoptando la versión digital de sus productos? Creo que, como casi todos, pensaba en una revolución silenciosa, en una migración de los hábitos de la gente mucho más pausada, casi daba por hecho que mi generación permanecería en el libro físico de forma mayoritaria.

Cualquier persona asidua a alquilar películas en los tristementes desaparecidos videoclubes de barrio, sin duda guardarán en su memoria las portadas de ciertas películas que con el paso de los años aún nos provocan algún ligero escalofrío al recordarlas. Películas que si bien no alquilamos en aquel momento por puro terror, una vez adultos pudimos comprobar que la portada transmitía mucho más pánico que la película en sí.

Kevin Marks creó un gracioso gráfico, pero también verídico, que muestra el proceso que toma ver una película si la descargaste de internet y la diferencia en relación a si la alquilaste.

En mercado español es un mercado complejo en este sentido. Los videoclubs han caido en picado y sobreviven muy pocos. La mayoría se quejan de los efectos de la piratería, el top manta y el intercambio P2P de películas. Para que Youtube triunfe en un mercado como el nuestro necesita que una amplia mayoría de consumidores se han acostumbrado a consumir cine a coste cero y puede ser complicado hacerles pagar aunque se mejore manifiestamente la calidad en los contenidos.