Directores como De Sica y Scola, siempre con Mastroianni como socio inigualable, la harían brillar en Matrimonio a la italiana o en Una jornada particular. En un Nápoles de hambre y extraperlo, donde los nazis habían dado paso a los americanos, Sofia Villani Scicolone no sabía que iba a ser una estrella, pero el productor Carlo Ponti, que se convertiría en su marido, sí. La conoció con quince años en el concurso de Miss Roma, y la puso a hacer de figurante en varias producciones, entre ellas la mítica Quo Vadis.