Es evidente que desde hace un tiempo hay interés en la relación entre la testosterona en sangre y el comportamiento sexual y agresivo pero, sin embargo, hay relativamente pocos estudios centrados en los andrógenos plasmáticos en los delincuentes sexuales. Por ejemplo, en 1975 se publicó un estudio sobre el estado endocrino de veinticuatro agresores sexuales masculinos, incluidos dieciséis pedófilos, siete violadores y un exhibicionista. Tres de los delincuentes tenían niveles de testosterona por encima del rango normal y los otros estaban dentr