En 1853, un cliente del restaurante neoyorquino Saratoga Springs, hizo llamar al chef, George Crumble, para quejarse de que le había servido unas patatas fritas al estilo francés demasiado gruesas. Indignado por la reclamación, este cocinero de origen indioamericano cortó las patatas tan finas como pudo para vengarse y se las sirvió. Pero las patatas estaban tan deliciosas que se convirtieron en un éxito y pasaron a llamarse Saratoga chips. Éstas pronto empezaron a ser empaquetadas para su venta por calles y en teatros.