Cuánto le queda a este país para aprender a utilizar la educación como primer sistema de relación interpersonal, qué tristeza tan grande ver que los que se supone que lideran las tareas formativas son en el fondo pequeños energúmenos que desde sus pequeños pedestales gritan y exigen a cualquiera, demandando un respeto hacia ellos, que ellos mismos pisotean a diario haciendo lo mismo hacia los grandes autores. Es la falta de educación la que emborrona todo, la lacra de este país, y lo que nos condenará a no salir nunca de este círculo.