Desde hace meses que vengo preguntando en los campos de refugiados por los valerosos muchachos que se atrevieron a escribir en las paredes de Deraa frases como: «el pueblo quiere la caída de Bachar al Assad» o «libertad para Siria». Las pintadas de los niños no pasaron desapercibidas a los servicios secretos que de inmediato los detuvieron. La mayoría sufrieron pavorosas torturas: les aplicaron picana, les arrancaron las uñas, los utilizaron de ceniceros para apagar sus cigarros, los castraron, los violaron. ¡Qué más da! si son niños pobres...