¿Es lícito continuar sufragando la asistencia religiosa (católica) obviando que son las diferentes confesiones las que deben afrontar los gastos derivados de su labor pastoral? Hay escasez de camas en los hospitales, el personal sanitario está desbordado, las listas de espera no tienen fin pero la figura del capellán católico, que al sueldo que percibe de su diócesis le suma el sueldo hospitalario (con sus correspondientes cheques de restaurante), permanece inalterable.