Hace tres años, el Instituto Blacksmith, una organización no gubernamental con sede en Nueva York, sacudió la conciencia de los países desarrollados con una lista de los diez lugares más contaminados del planeta. El mundo descubrió, de golpe, la existencia de La Oroya, una aldea peruana en la que los niños sufrían unas elevadísimas concentraciones de plomo en la sangre a causa de la actividad de una mina regentada por una empresa de EEUU...