El 4 de agosto de 1578, un ejército portugués nutrido por lo mejor de cada casa y dirigido por el fanatizado rey Don Sebastián, a quien los jesuitas habían llenado la cabeza de imperios celestiales, sucumbió en el territorio norteafricano de Alcazarquivir, a orillas del que se llama Río de la Podredumbre , por los cadáveres que allí se corrompieron rápidamente y emponzoñaron el aire debido a los intensos calores. En aquel pudridero desapareció el gran poeta español Francisco de Aldana, enviado junto a Don Sebastián por Felipe II.