«Mi nombre se lo inventó mi padre», asegura, pero cada vez que alguien le preguntaba el por qué, Torgas Pirracas contestaba entre risas que su denominación hacía referencia al «Dios griego del chupito». Destaca que el tener un nombre peculiar, más que provocarle vergüenza, le produce orgullo y dice estar encantado con él, ya que asegura que le ha abierto muchas puertas, «sobre todo al ligar», puesto que «daba pie a empezar a hablar de muchos temas». Por ello cree que ligaba más «por el nombre que por guapo». «Ni de coña me cambiaría el nombre»