Normalmente, en un chorro de agua pura se produce una ondulación impulsada por la tensión superficial y la inestabilidad Plateau-Rayleigh que lo rompe en pequeñas gotas. Pero cuando un polímero es disuelto en agua, la viscoelasticidad de las cadenas del polímero crea una fuerza que se opone a la tensión superficial. De esta manera, en vez de adelgazar el chorro hasta el punto de romperse, una gota es capaz de volver a “trepar”, como si engullese el chorro al estilo ‘comecocos’, hasta que alcanza una masa crítica que invierte de nuevo...