Como si de fichas de dominó en un veloz y constante vaivén se tratase, unas 40 o 50 aves marinas van quedando enganchadas en los anzuelos de un palangre que les causará en cuestión de minutos una agónica muerte por los tira y afloja. Están desesperadas por zafarse de la mortal y macabra trampa creada por el ser humano, triste, muy triste.