El niño granadino, adorado como reencarnación de un venerado monje, estaba llamado a liderar el budismo. Pero ha descubierto el mundo y quiere ser padre. «Mi hijo ahora es muy feliz, pasa por una etapa de integración en la sociedad», cuenta su padre. Osel viaja, estudia cine, lee a Jodorowsky y adora el Barça.