Ekaterina hace tiempo que su padre no le hace regalos al uso por su cumpleaños. A los 22 años recibió un ático en Nueva York con las mejores vistas sobre Central Park que batió récords inmobiliarios para convertirse en el más caro de la ciudad, y ahora, a los 24, es dueña de una isla, Skorpios, paraíso de la familia de Aristóteles Onassis, convertido para Athina, su heredera, en un lugar de infaustos recuerdos. Todo es poco para la niña de Dmitri Rybolovlev, uno de los hombres más ricos de Rusia.