En regiones donde la caza y la recolección constituían la base de la economía, las familias tendían a ser más pequeñas, adaptándose a un estilo de vida nómada que requería movilidad y flexibilidad. Por el contrario, con la llegada de la agricultura y la sedentarización, el concepto de familia se expandió; la capacidad de generar excedentes alimenticios permitía sostener un mayor número de hijos, fortaleciendo así la mano de obra disponible para la comunidad