En un cajón de un mueble de una iglesia, del que no se han querido dar más datos, desapercibido, se encontraba un relicario que, a simple vista, no ofrecía ninguna importancia. Pero el instinto y el conocimiento de Máximo Gómez, responsable del Museo de la Catedral de León, llevó a que, por un instante, se detuviera en aquella arca, al que desveló su cronología y lo circunscribió en la época del gótico. Una pieza que, de por sí, alberga un gran valor, aunque en su interior todavía había más.