Madrid presume de ser la segunda ciudad del mundo con más árboles en sus calles, 226.000, pero descuida su salud. Son árboles recién plantados, situados en las zonas más mimadas de la ciudad: Callao, Arenal, Ballesta o la plaza de Santa Bárbara. Su ubicación privilegiada, sin embargo, no impide que muchos sucumban en alcorques anegados y sucios, que sus hojas, los que las conservan, se marchiten y que sus troncos estén como si les hubiesen chupado hasta la última gota de savia.