Los tumores han desarrollado muchas estrategias que les permiten sobrevivir y diseminarse por el cuerpo. Una de ellas es evitar ser devorados por los macrófagos (fagocitosis), unas células del sistema inmune que se encarga de eliminar cualquier agente extraño o perjudicial para nuestro organismo. Para esto expresan un antígeno de superficie llamado CD47, que se une a una proteína señalizadora en los macrófagos llamada SIRPα, encargada de inhibir la fagocitosis. En otras palabras, la CD47 actúa como una señal de “no me comas”.