Así nos ha contemplado siempre cierta clase social española, de sangre celestona, sin patrimonio ni lustre, que hunde sus raíces en fijosdalgos carentes, buleros, capellanes, delatores inquisitoriales, alguaciles… Un remedo de clases medias desposeídas, hambrientas y desilustradas desde los tiempos de Lázaro de Tormes. Aunque fueron tuertos y reyes en el país de los ciegos, son irrelevantes desde antaño, pero insisten en ignorarlo, aferrándose a troníos y cargos que porten lucimientos, influencias y posibles.