Hombres tocados con una chistera roja mostrando su culo blanco a los viandantes, sillas que vuelan, papeleras volcadas y mucha, mucha, gente ebria que canta a gritos y se ríe sin motivos aparentes. Eso, en su versión ‘light’, es lo que se ha denominado “turismo de borrachera” y que ha ido colonizando algunas de las zonas más clásicas del litoral español. Lo lideran lugares como Magalluf (Mallorca) o Lloret de Mar (Barcelona). ¿Y Benidorm? Hay quien dice que sí y hay quien dice que no. Y la paradoja es que todos tienen razón: depende la zona.