Nos atamos a las cosas porque hay cosas que son importantes. Necesitamos sellar momentos, objetos, palabras, personas y botellas. Sellar, digo, en un ejercicio de taxidermia vital. Sellar esos momentos, guardarlos como Polaroids manoseadas en el cajón de un armario de roble gastado. Lo hacemos porque necesitamos razones para vivir. Necesitamos recordarlas, verlas, tocarlas. Para eso -exactamente para eso- están las reglas.