En 1963, un joven saltador de altura de Oregón creía que debía haber otra manera de saltar, por lo que desarrolló su propio estilo. Así fue como un loco del que todos se reían acabó cambiando para siempre el mundo del atletismo: Dick Fosbury.

El Salto de Altura es uno de los deportes más representativos de cualquier competición atlética. La plasticidad de los saltos, en que tras una corta carrera saltan por encima de un listón a una altura impensable, los convierte en uno de los ingredientes de cualquier retransmisión televisiva de meetings atléticos o de olimpiadas. Hoy en día, el estilo en que saltan los atletas ya no llama la atención, porque es el que utiliza todo el mundo.

Saltar de espaldas significó un cambio de paradigma en el salto de altura. En 1964 el periódico Medford Mail-Tribune de Oregón (EE UU) publicó una fotografía en la que aparecía un joven atleta saltando de espaldas. En el pie de foto bautizaron la instantánea como “Fosbury Flop”. Aquella conjunción de imagen y texto resumía un nuevo modo de entender el salto de altura. El protagonista del extraño salto, Dick Fosbury (Portland, 1947), había decidido simplemente hacer las cosas de otra manera.

Se emite estos días un anuncio televisivo con una figura central, Dick Fosbury, que es el autor del Fosbury Flop: el salto de altura de espaldas con el que ganó el oro en México’68. Comprobado científicamente como el mejor modo para superar el listón, diez años después Vladimir Yashchenko batió el récord del mundo aferrado al rodillo ventral, una técnica en extinción: atacar el listón de frente. Hablemos de Yashchenko, que murió a los 40 años (“la cima del mundo a los 18, el desguace a los 20”, escribió en The Independent Steve Downes)...

Los emprendedores están mal vistos en la sociedad si tienen éxito.

El lehendakari Juan José Ibarretxe quiso poner en marcha un proyecto para el que pidió máxima "confidencialidad" y que probablemente se vio abortado por el azote de la crisis y la cercanía de las elecciones autonómicas. Primero se llamó proyecto Fosbury; después, ImOh!nster. Dos nombres para una aspiración más que ambiciosa: crear una suerte de premio Nobel vasco en el campo de la innovación, dotado con 1,5 millones de euros, casi 250 millones de pesetas.

Curiosa la historia (y el vídeo que le acompaña) del primer atleta que saltó de espaldas en la competición de altura. Ahora se cumplen 40 años de aquel hito, y le van a invitar a los Juegos de Pekín.

Qué tienen en común Zara, el bolígrafo Bic, los zapatos twins de Camper, la torre Agbar de Barcelona, el museo Guggenheim de Bilbao o el estilo de salto de Dick Fosbury? La respuesta: una buena idea. 'Las ideas no son sólo de publicidad', sentencia Luis Bassat, presidente de honor de Bassat Ogilvy España. 'Cualquier acto creativo tiene que ser algo distinto, mejor que lo anterior y que todo el mundo lo tenga que copiar', razona este gurú publicitario.