Érase una vez un virus, que trajeron los comunistas para meternos en campos de concentración, imponer una dictadura y sembrar el caos. Mientras Sánchez nos adoctrinaba, puso a Iglesias en el CNI para espiarnos, saber lo que hacíamos en nuestros calabozos, confiscarnos nuestras casas y robarnos el bocadillo a la hora del recreo. Era el sueño húmedo de cualquier golpista, felón, chavista y filoetarra. La peste roja avanzaba y solo Casado y Abascal lo podían evitar.