Cada vez que ocurre una matanza de este tipo, la derecha estadounidense llama a rezar por las víctimas y sus familias como si eso fuera a servir para algo, pero elude legislar a favor del control de armas de fuego. Es tan ridículo, y tan inútil, confiar en que la divinidad vaya a solucionar un problema como el de la proliferación de armas en las calles de EE UU como condecorar a figuras de madera por sus méritos policiales y ponerse en manos de una de ellas para salir de la crisis.