Fumiya, un joven de 26 años de edad, guardia de seguridad japonés, ha estado viviendo en un cibercafé abierto las 24 horas. En un pequeño cubículo donde apenas puede soportar, se sienta encorvado sobre una pantalla brillante, cadena de fumar y soda resoplando entre sus turnos de trabajo. Cuando él es capaz de dormir, él pone una manta sobre su rostro para bloquear las luces fluorescentes.TRADUCCIÓN:
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