Una de las pocas personas que en aquella época pertenecían a la élite política de la República Demócrata Alemana (RDA) es Margot Honecker, de 82 años de edad. Su difunto marido, Erich Honecker, había sido secretario general del Partido Socialista Unificado de Alemania (PSUA) y jefe de Estado hasta el 18 de octubre de 1989 cuando el propio Politburó le obligó a dimitir. Dos décadas después, su viuda se resiste a dar entrevistas a los medios germanooccidentales «porque desprecian a los ciudadanos de la RDA».