Seamos realistas, la mayoría de nuestras relaciones públicas se basan en la ficción. Somos nosotros, ficción. Producimos réplicas en serie, no podemos prescindir de ellas. Sirven en el trabajo, sobre todo, pero no solo. Y también lo hacen los demás con nosotros. En este caso nos volvemos más receptivos e intransigentes, quejándonos de la falta de transparencia en el próximo. Ya sean parientes o amigos, nadie es inmune. Hoy como hoy, la autenticidad es solo la del animal. Sí, está bien, pero ¿tenía que molestar a Pasolini? En general, sí.