Con el renacimiento del barrio del Realejo, lleno de bares con estilo y tiendas de todo tipo al calor de la reinauguración de la Escuela de Arquitectura, un local cerrrado desde hace años ubicado en la planta baja de un edificio ha servido para abrir el enésimo negocio y, con su puesta a punto, se ha llevado por delante el grafiti de El Niño de las pinturas que, a lo largo de toda una década, había llegado a convertirse en un icono de la vieja judería de Granada.