Una de las vícitimas lo ahuyentó a golpes de cucharón tras azotarle las piernas cuando las vio colgando a través de la ventana de su cocina. Más de una veintena de robos en siete meses, de madrugada o a plena luz del día, sin ver al ladrón o tropezándose con él, habían hecho saltar todas las alarmas entre los vecinos de los edificios que ocupan la manzana entre las calles Peris i Valero, Cabo Jubi, Los Centelles y Mestre Aguilar, en el valenciano distrito de Russafa. Lo que nunca imaginaron sus víctimas es que al enemigo lo tenían en casa.