Lo creamos o no, viene una generación que no quiere armarios, ni complejos, que se identifica en la diferencia y en la contracultura. Y este universo folklórico ahora es justo eso: pura posmodernidad. Sí, muchas coplas hablan del amor patriarcal más chusco, pero vamos a pasarlo por el colador de la ironía, y quedarnos con el exceso, la teatralidad y el drama. Si los americanos veneran a Judy Garland o Barbra Streisand, ¿no podemos nosotros reivindicar a Lola Flores o Rocío?