Hace poco más de un año, la patronal de empresarios, el Banco de España, las principales agencias económicas, dos primos segundos de Aznar, treinta y seis tertulianos y catorce hijos de Ruiz Mateos vaticinaban el desastre económico que supondría para España la puesta en marcha de una idea temeraria: subir el salario mínimo hasta los 900 euros, cifra que permitiría al trabajador precario no tener al menos que pedir dinero a las puertas del metro tras acabar su jornada laboral.