Su traductor al islandés tardó 10 años en terminar. Al final se dio por vencido. La labor de un traductor no es nada fácil, aunque hoy en día mucha gente piense que con tener unos conocimientos básicos de un idioma ya se puede lanzar a trabajar en la obra original de otra persona. No es así, claro. Primero hay que poseer un gran conocimiento de los dos idiomas: el original y el propio. Luego, entender los trucos y recovecos que componen el estilo del autor. Finalmente, enfrentarse a problemas en apariencia irresolubles.