Donghua tiene prisa. Esta estudiante de enfermería, de 21 años, ha recibido un mensaje en el móvil y debe volver a casa, en plena hora punta de Pekín, arreglarse y esperar a su cliente. La joven, procedente de la provincia de Sichuan, en el centro de China, estudia por las mañanas y cuando cae la tarde se convierte en prostituta; forma parte de una nueva generación de trabajadoras del sexo que, atraídas por las facilidades de las nuevas tecnologías y por el dinero rápido han decidido dedicarse, al menos a tiempo parcial, a la prostitución.