Fan irredento de Tolkien desde que en la adolescencia me introdujeron en su universo algunos amigos a los que nunca se lo agradeceré bastante, hay una conversación recurrente en la que me he visto envuelto en repetidas ocasiones, y que siempre comienza con variantes de la siguiente frase: «Sí, me encanta El Señor de los Anillos, pero El Silmarillion se me hizo aburridísimo». Muchas veces se descubre con rapidez que en realidad mi interlocutor no ha pasado del «Ainulindalë», las páginas que describen el origen del mundo, donde no solo sufre...

Cómo creó J.R.R. Tolkien El Señor de los Anillos? La respuesta simple es que la escribió. Se sentó en una silla en 1937 y pasó más de una docena de años trabajando en lo que sigue siendo una obra maestra de la literatura fantástica y un golpe de genio de inmersión en un mundo imaginario.

Uno de los profesores, se lanzó a una de estas inevitables peroratas carcas de “Vaya asco de generación la vuestra”. “Apuesto a que la gran mayoría de vosotros nunca se ha leído un libro de forma voluntaria“. Uno de mis compañeros se opuso a esta opinión y, ante el escepticismo del profesor, preguntó en alto cuántos de nosotros habíamos leído algo de Harry Potter, El Señor de los Anillos, Crepúsculo… y el profesor lo interrumpió. Al parecer, esas sagas “no contaban”. Como si no fuesen libros de verdad. Me río al pensar que estuve de acuerdo.

Hace unos años encontramos diseños personales de las portadas de JRR Tolkien para la trilogía del Señor de los Anillos, novelas que lo encumbraron justificadamente, pero también demuestra su talento como ilustrador. Y no se limitó a hacer portadas para sus propios libros, hay muchos más...

Permitidme empezar diciendo que me gusta la trilogía de Peter Jackson en muchos sentidos. Sin embargo, sentí que la historia quedaba menoscabada por su interminable metraje.