"O te buscas un hombre, o no vas a ningún sitio". Así de rotunda se muestra María, una jornalera jiennense que cada año espera ansiosa la llegada de la recogida de la aceituna para poder llevar algo de dinero a casa. Esta campaña, sin embargo, no podrá ir a trabajar. "Siempre tienes que ir con un hombre para que te contraten, pero este año, con eso de que hay menos aceituna, se aprovechan más", dice esta temporera, que normalmente acude al tajo junto a su esposo o algún otro familiar o conocido, ya sea un primo, un vecino o un cuñado.