La tecnología proporciona una pátina de modernidad a categorías laborales bastante antiguas. Por ejemplo, los youtubers, los haters y los influencers ya existían mucho antes de la invención de internet. En concreto, la figura del youtuber existía desde hace décadas, sólo que antes se lo denominaba “tonto de pueblo” y también vivía de lo mismo. Es cierto que los tontos de pueblo andaban muy lejos del dineral que pueden agenciarse algunos youtubers; por lo general, después de varias horas de actuación, no se llevaban más que unas collejas.