Noela Rukundo había muerto. Su funeral se había organizado, llevado acabo y había terminado. Cuando solamente el viudo de la oriunda de Burundi permanecía junto al ataúd, Noela se apersonó frente a él y le dio el susto de su vida. Lejos de ser una historia feliz, se trata de un crimen que salió mal. El hombre, llamado Kalala, había ordenado matarla y había contratado a un grupo de sicarios para que la asesinaran durante un viaje que ambos hicieron a Burundi. Más info en inglés
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