La influencia de Ingmar Bergman es clara, circunstancia que no resta interés a esta visión sobre aquellos tiempos en los que se miraba diferente a una mujer por estar cerca de los 30 sin haberse casado. La actriz protagonista, Karen-Lise Mynster, nos ofrece un cuidado trabajo de exploración de las emociones. Su originalidad, y quizá también su atrevimiento, radica en la capacidad de transmitir la contrariedad que la toma de decisiones importantes genera en el ser humano.