La alternativa a día de hoy es una restauración feijooista-rajoista con capacidad de estabilizar, ecualizar, templar, pero escasamente de transformar o poner los mimbres de otro equilibrio político. El Partido Popular no esta hecho para nadar contra la corriente setentayochista y europea, mientras que cuadrar las cuentas empieza a ser una utopía tanto en lo económico como en lo político-cultural.