Los móviles los carga el diablo, eso es una verdad cada día más latente. Parece que el hecho de tener delante un dispositivo que permite que lo que uno escriba o fotografíe lo van a leer o ver una, diez, cien o mil personas hace que perdamos cierto sentido de lo que es interesante y de lo que no lo es nada, y disparemos fotos y elaboremos comentarios sobre cosas tan insustanciales como el calor que hace (lógico, estamos en verano y esto es España, la noticia sería que nevase) o al hecho de tener delante una cerveza (las hay en todos los bares)