Los agricultores españoles en concreto, y los europeos en general, están preocupados por el aumento de las importaciones de productos procedentes de países extracomunitarios. Mercados mucho más laxos, con una normativa menos exigente, mano de obra con menos derechos y mucho más barata... Productos, en definitiva, con costes mucho más bajos, y con los que es complicado competir