En Acantilado, Vallcorba no hizo más que acentuar creencias y convertir las dificultades en virtud: copados los autores españoles, se lanzó a por los centroeuropeos, buscando aquellos nombres “del espacio común de la tradición europea, que hace que un ruso comprenda bien a Cervantes, un inglés a Dante y un alemán a Shakespeare”, ilustraba el editor-doctor en Filosofía y Letras. Y así, bajo el rojo y el negro de Acantilado aparecieron los mejor de los autores que pivotaban sobre la Viena finisecular del XIX...